Polemicé en una reciente edición de ‘El Envite’, en la Televisión Canaria, con el diputado y ex portavoz del PP en el Parlamento canario, Miguel Cabrera Pérez Camacho, acerca de las dictaduras buenas, malas, regulares y medio pensionistas. El asunto entró en el debate al reiterar Pérez Camacho su absoluto rechazo a que los presidentes del Gobierno de Canarias visiten la isla caribeña.
Le recordé entonces que el máximo dirigente de su partido, José Manuel Soria, siendo consejero de Economía y Hacienda y vicepresidente del Gobierno de Canarias, realizó una visita oficial a Guinea, que no posee un régimen muy democrático que digamos.
La respuesta/argumentación del diputado y posible candidato a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife no tuvo desperdicio: Cuba lleva más de cincuenta años con un régimen dictatorial (Teodoro Obiang Nguema lleva treinta mandando en Malabo, siguiendo la estela de Macías), dijo, añadiendo que la problemática cubana afecta a muchos canarios y, además, en Cuba no hay elecciones y en Guinea sí; verdad esta última solo a medias porque el régimen de La Habana también tiene elecciones y las de Guinea, casualmente, suele ganarlas el partido oficial con el 95% de los sufragios. En ese instante le recordé que la España de Franco no dejaba de ser una dictadura por mucho que se eligieran, por ejemplo, procuradores por el tercio familiar.
Pero, sobre todo, le planteé que puestos a calibrar las maldades de ambas dictaduras comparara sus datos de mortalidad infantil, considerado por muchos expertos como un indicador fino del estado de salud de una nación.
Las cifras son elocuentes, con datos oficiales del 2009 Cuba tiene un 5,82% de mortalidad infantil, por encima de España (4,21%), Alemania (3,99%) o Francia (3,33%), pero con mejores registros que Estados Unidos (6,26), Colombia (18,9), Marruecos (36,88) y, por supuesto, Guinea Ecuatorial (65,22), que multiplica por once los de la ‘terrible’ Cuba. Eso sí el país africano que suscita mayores simpatías de Pérez Camacho tiene una tasa inferior a Guinea Bissau, Ruanda, Sudán o Burkina Faso. Algo es algo.
El diputado del PP hubiera quedado perfecto y su argumentación alcanzado plena credibilidad si hubiera denostado todo tipo de dictaduras, si hubiese rechazado la colaboración de Canarias con cualquier régimen donde no se respeten las libertades, donde sea imposible ejercer la libertad de prensa o donde el pluralismo político se encuentre en el horizonte, es decir bien lejano y difícilmente alcanzable. Aspectos estos últimos, los de las diversas libertades, en que naufragan las dos naciones en cuestión.
Pero tratar de embellecer a un régimen tiránico, como el de Obiang, considerado como uno de los más represores del mundo, experto en torturas y desapariciones, pero además caracterizado por sus abismales desigualdades sociales y su escaso respeto a las condiciones de vida de su gente, y de manera especial de su infancia, confirma que no se trata de un alegato democrático, ni de un rechazo a las dictaduras, sino de política sesgada, sectaria y partidista con minúsculas, con casi ilegibles minúsculas.
Enrique Bethencourt
Nos mudamos de sitio
Hace 10 años
Lo malo es que ni se sonrojan al hacer ese tipo de comentarios
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