lunes, 15 de diciembre de 2008

Un Gobierno sentenciado

Canarias vive un momento socioeconómico especialmente delicado. Tenemos ya 200.000 parados y pese a que Jorge Rodríguez, gurú laboral y energético del Gobierno, se entretiene observando su mágica bola de cristal y poniendo y quitando fecha al día en el que alcanzaremos el pleno empleo, otros gurús más cualificados afirman que podemos estar en los 250.000 desempleados en junio del próximo año. Además, la cesta de la compra sigue siendo de las más caras de España y los salarios privados los más bajos. Un suma y sigue que dibuja un panorama donde se desnudan nuestras carencias sociales y las debilidades estructurales de nuestro sistema económico.

Aunque en estas ínsulas algún líder sindical extraterrestre sigue hablando de presunta crisis económica, lo cierto es que las condiciones de vida han empeorado sensiblemente para una parte significativa de ciudadanos y ciudadanas en este 2008 que da sus últimos pasos. Y, probablemente, nos queda un buen trecho de túnel que recorrer antes de avistar la luz de la recuperación económica.

En momentos como este los gobiernos tienen que ponerse las pilas, ejercer liderazgo y ofrecer alternativas a la sociedad. Lo intenta el Gobierno de Rodríguez Zapatero, con aciertos –como los 8.000 millones de euros para estimular obra pública a través de las instituciones locales- y con medidas más discutibles, al menos en su concreta aplicación, como ese millonario salvavidas para los bancos, otorgado sin contrapartidas tan imprescindibles como que una parte de ese dinero circule en forma de créditos a los que puedan acceder en condiciones razonables tanto familias como pequeñas y medianas empresas. Es decir, que no todo vaya a sanearse y deshacer sus recientes disparates.

Y en Canarias, mientras tanto, su Ejecutivo se desangra entre visitas a los tribunales y constantes muestras, sentencias de por medio, de la arbitrariedad de muchas de sus actuaciones. Así como con la absoluta burla de la democracia y la participación ciudadana de los grupos que apoyan al Ejecutivo, CC y PP, escenificada hace unos días en su vergonzante rechazo a la discusión de la ley de iniciativa popular de Ben Magec.

Resulta poco presentable que el vicepresidente y responsable económico no haya dicho toda la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad sobre sus vinculaciones con Anfi, su conocimiento del proyecto mientras era titular del Cabildo Insular de Gran Canaria y sus intervenciones en el Parlamento canario. Y, menos aún, que un diputado y estrecho colaborador suyo actúe de agente doble, margullando entre intereses empresariales magníficamente remunerados y la defensa de los intereses generales a la que, se supone, debe obligar su cargo.

Y por otro, no es tampoco de recibo que las licencias de la TDT fueran otorgadas, como muchos sospechábamos, de forma absolutamente arbitraria. Lo de Tenerife sólo es la punta del iceberg de otro escándalo con mayúsculas en el que los nombres de los beneficiarios coinciden, no sé si casualmente, con personajes con excelente relación con el poder ático. Se les debió ir la mano con lo de digitales. Y las hicieron, digitales, a conciencia.

Con un agravante. El presidente se equivocó al constituir una macroconsejería a su alrededor, asumiendo en su departamento desde el cambio climático a la comunicación, pasando por la acción exterior o la sociedad de la información. Una manera, sin duda, de apuntarse éxitos, si se dan, en esos ámbitos. Pero también, y ese es el actual drama de Rivero, de asumir irremediablemente todos los fracasos que se vienen produciendo, desde la dimisión de Faustino García Márquez por la unánimemente rechazada ley de medidas urgentes a las televisivas sentencias. Las mismas que golpean a un Gobierno sentenciado.

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martes, 15 de abril de 2008

Corrupciones

Una de cada diez personas en el mundo pagó el año pasado un soborno para poder acceder a distintos servicios públicos –desde la educación a la sanidad pasando por el sistema judicial- , según señala el informe anual de Transparencia Internacional, que concluye que la policía es la institución más corrupta a nivel mundial y destaca los efectos de la corrupción sobre los más pobres.

No son para tirar voladores los datos del referido estudio, que evalúa el coste económico de esas prácticas en alrededor de n billón de dólares, de los que 25.000 millones corresponderían al cercano y depauperado continente africano.

Aunque todo el mundo mira para los políticos cuando se habla de corrupción, el estudio de Transparencia Internacional (Barómetro Global de la Corrupción 2007) demuestra que es la policía la institución más corrupta en el Planeta: uno de cada cuatro encuestados de todo el mundo que tuvo contacto con ese cuerpo fue instado a pagar un soborno y uno de cada seis acabó haciéndolo, supongo que con el miedo metido en el cuerpo y no dispuesto a jugarse el cuello.

Pese a que afecta mucho más a los países empobrecidos y con menor estructura y tradición democrática, la vieja Europa tampoco escapa a sus terribles efectos. Así, el 5% de la muestra reconoció pagar un soborno en la UE, cifra muy alejada de lo que sucede en estados como Rumania, Grecia o Lituania, que se disparan y se sitúan en torno al 30%. En la presentación del informe, Antonio Garrigues, presidente de honor de la Fundación Ortega y Gasset, aseguró que “la corrupción afecta sustancial y principalmente a los pobres y uno de cada diez reconoce que ha pagado un soborno en el último año”.

En el caso español, nos encontramos por debajo de la media de la Unión Europea, con un 3%, y nos quejamos especialmente de la actitud de políticos, empresas y, ojo al parche, los medios de comunicación, que tampoco salen bien parados, especialmente por la enorme desconfianza que generan en los jóvenes. Y el futuro no es muy halagüeño, si hacemos caso de los encuestados en España: más de la mitad considera que la situación empeorará en los próximos años. Aunque son España e Irlanda las naciones donde sus ciudadanos creen que el Gobierno está trabajando más seriamente contra la corrupción.

El informe muestra que se produce un retroceso respecto a los datos de 2006, y en la percepción negativa ha ayudado, sin duda, los casos de corrupción urbanística y pelotazos que hemos conocido en los últimos años, en distintos ayuntamientos, algunos de ellos de las Islas. La punta del iceberg de la perversa relación entre negocios y política que en Canarias ha tenido, además, el añadido de casos como el Eólico.

El Barómetro Global sobre Corrupción no tiene lecturas autonómicas, regionales ni municipales, con lo que nos quedamos con las ganas de confirmar si lo de Sicilia o Marbella forma parte de la realidad o del imaginario colectivo.

En nuestro caso, ya se sabe, nuestras profundas especificidades económico-político-sociales nos hacen completamente inevaluables por agentes externos.

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viernes, 15 de febrero de 2008

Riesgos y ventajas de la carne

Al final van a tener razón los curas con aquellos apocalípticos discursos en torno a los tres grandes peligros que acechaban a las almas. El mundo, en sus diversos tamaños y versiones, con Pedro Jota o George Bush al frente, no ofrece la menor duda, es cada vez más aterrador; el demonio, por razones más que obvias, al enemigo ni agua, más aún cuando es un escindido de las propias celestiales filas, un contestatario, un disidente; y la carne, ¿la carne? De pequeño y pese a sus reiteradas recomendaciones nunca logré entender porque la carne era un inmenso riesgo que nos alejaba de la pureza y de la santidad y nos mandaba al infierno sin oposiciones. Luego, en la adolescencia, capté el mensaje, aunque concluí desde el primer contacto, posible herejía, que era justamente lo contrario de lo que pregonaban en los púlpitos: se trataba de una bendición de dios.

Pero como digo, la ciencia avanza una barbaridad, y comienza a darle razón a aquellas proféticas premoniciones, aunque no en su fiel exactitud. El abuso de carne, dicen ahora médicos, dietistas, científicos y ecologistas, constituye un peligro para el bienestar individual y para la propia salud del Planeta. Hace ya tiempo que se nos alertó sobre las nefastas consecuencias del excesivo consumo de productos cárnicos –y la no inclusión en la dieta de la suficiente cantidad de frutas y verduras-, vinculado a la aparición de arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares, así como de la obesidad, el cáncer neo-rectal o la gota.

Ahora surgen nuevas investigaciones que, además, vinculan nuestro exceso de consumo cárnico (nuestro, el de los países ricos, que en los otros apenas la prueban) al estropicio que estamos haciendo al Planeta. En efecto, un informe de la revista médica británica The Lancet señala que es preciso disminuir el consumo de carne en un 10% para evitar un mayor calentamiento de la Tierra.

La investigación asegura “que el 22% de las emisiones mundiales de gas de efecto invernadero procede de la agricultura, una proporción similar a la del sector industrial pero superior a la de los transportes. El ganado, señala la investigación, es causante de casi el 80% de las emisiones agrícolas, principalmente en forma de gas metano”.

Las razones se encuentran en la emisión de este gas, de efecto invernadero, por el sistema digestivo de los animales –especialmente el ganado vacuno-, el estiércol y el uso de fertilizantes y pesticidas, entre otros procesos vinculados a la ganadería, generando una gran cantidad de metano. A ello se suma la deforestación de bosques para convertirlos en zonas de pasto.

Por nuestra salud y por el futuro del Planeta, llamo a reducir drásticamente el consumo de solomillos y hamburguesas, de chuletones y bifes, de escalopes y morcillas, de sesos y chorizos. Por el contrario, porque quema calorías, reduce el colesterol, incrementa el nivel de hormonas femeninas y protege a la próstata en el caso de los varones, genera bienestar psicológico…y no sube peligrosamente la temperatura de la Tierra, carne, mucho más sana, mucho más recomendable, la otra, siempre la otra.

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