lunes, 26 de septiembre de 2011

El PSC, el demonio y la carne

Los problemas del PSC-PSOE vienen de viejo. Su languidecer en Canarias, también. Pero no nos vayamos muy atrás, a las direcciones de Juan Carlos Alemán, plana e incapaz de enfrentarse al sector ATI de CC, y de Juan Fernando López Aguilar, histriónica y algo desmadrada, capaz de arrasar con todo, y culminada con su escalonada huida de Canarias. Era imposible predecir entonces que las cosas pudieran ir a peor, pero lo lograron con creces.

La elección de José Miguel Pérez como candidato a la Presidencia del Gobierno canario puede apuntarse como el momento previo a un cambio de era. Y, tal vez, como el principio del fin del socialismo canario.

Porque lo que vino a continuación fue un proceso de pura purga que acabó con el nombramiento de gestoras en Tenerife y en la propia capital de la isla, que probablemente allanaban el camino al entendimiento con CC, aunque el coste fuera elevado: dinamitar buena parte de la organización.

Y la salida de numerosos militantes capitaneados por Santiago Pérez, con diferencia, y con virtudes y defectos, el dirigente más capacitado del partido en todo el Archipiélago, la cabeza mejor amueblada, el mejor candidato que podían ofrecer al electorado de las Islas.

El resultado se vio en las elecciones de mayo: 15 escaños, un desastre, por la influencia de la ola estatal, sumada a sus propios y grandes desatinos; desalojados, además, del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y del Cabildo de la isla redonda. Aunque la debacle, paradójicamente, les sirvió para encontrar acomodo en el Ejecutivo canario y cogobernar en lugares como Santa Cruz de Tenerife y La Laguna.

Y entonces vino Soria, la moderna reencarnación del demonio según Domingo Fuentes Curbelo, secretario del PSC en Fuerteventura, y empezó a tentarles con la posibilidad de alcanzar poder y, de paso, vengarse de CC; y así levantaron a CC de Los Llanos y Santa Cruz de La Palma, así como de Tazacorte y otros municipios; operación que luego dio un salto a la isla del meridiano, propiciando que Alpidio Armas censurara con éxito a la brevísima presidenta Belén Allende.

Ahora llegan nuevas tentaciones satánicas: los Cabildos de La Palma y Fuerteventura, los ayuntamientos de Pájara y La Oliva. Suculentos bocados para socialistas ávidos de poder que Soria “comprende” y “respeta”. Aunque parece que en La Palma, al fin, los socialistas pactarán con CC; de momento, al menos.

En el camino, expedientes de expulsión para un buen número de ediles palmeros, defenestración express (y, en mi opinión, de escaso o nulo sustento democrático) de los consejeros de la corporación insular de El Hierro y, en la práctica, pérdida del partido en esa isla.

A lo que se suma, en un orden de cosas bien distinto, pasando del demonio a la carne, la rebelión en La Gomera por el frenazo de Ferraz a la candidatura de Curbelo al Senado, que la dirección canaria del PSC, en medio de su enorme debilidad y temiendo una mayor debacle el 20-N, fue incapaz de cuestionar.

Más bien todo lo contrario. Aterradora descomposición la de un partido que defenestra a sus mejores hombres y mujeres y protege hasta la nausea a Casimiro Curbelo.

Seis meses después del inicio de las hostilidades internas y la defenestración de Santiago Pérez el balance no puede ser más desolador: un partido roto, sin presencia en algunos territorios y que en noviembre se arriesga a sacar los peores resultados de su historia.

Eso sí, siguen en el Gobierno, progresivamente debilitados, hasta que Paulino decida que ya no le son útiles. ¿O la mayor utilidad para CC reside, precisamente, en el proceso de caída libre del PSC?.

NOTA AL CIERRE: Esta es mi última colaboración con canariasaldia.com, que en unos días cerrará sus puertas, una víctima más en los medios de comunicación de la actual crisis económica. Agradezco a su director, Luis Azcona, el lugar de libertad en que me he podido mover en estos dos años de aventura digital. Y, si me acompañan, amenazo con regresar con LA TIRADERA en algún lugar del ciberespacio.

Enrique Bethencourt


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lunes, 19 de septiembre de 2011

Acuerdos y desacuerdos electorales

Las próximas y adelantadas elecciones del 20-N están produciendo distintos movimientos políticos en el conjunto del Estado, iniciados durante el verano y acelerados estas semanas de vuelta a la normal actividad.

Así, el PP, que quiere ganar por goleada, no deja ningún frente abierto y ha establecido acuerdos electorales con UPN, en Navarra, y con el PAR, en Aragón. Algo similar a lo que pretendía Ignacio González (CCN) en nuestro Archipiélago; eso sí coincidiendo con los días pares, los que no se escoraba al soberanismo, claro.

En el PSOE bastante tienen con tratar de presentar como alternativa a un viejo/nuevo candidato, con la esperanza de que el hundimiento sea menor del que, de forma empecinada, estiman las diferentes encuestas.

Izquierda Unida, al tiempo, busca alianzas con ecologistas y otras organizaciones de la izquierda social –incluidos no disimulados guiños al 15-M- para generar un frente que les permita mejorar sus resultados electorales.

Llamazares propone un bloque amplio que incluya desde Izquierda Anticapitalista a Equo, así como al BNG y ERC, aunque parece que, tanto los ecologistas de Uralde como los nacionalistas gallegos y los independentistas catalanes, no están por la labor. Con la Chunta Aragonesista también han iniciado contactos.

En las Islas también hay movimientos en esa línea, aunque de manera muy desigual en expectativas en las dos circunscripciones, pues a SSP y Por Tenerife le avalan sus buenos resultados de mayo (aunque un escaño de los siete en liza en Santa Cruz de Tenerife es muy caro, cerca de 60.000 votos), mientras que en Las Palmas IUC sobrevivió modestamente a pesar de su crisis interna antes de los comicios autonómicos y locales, pero SSP cosechó un rotundo fracaso, y no parece que las cosas vayan a cambiar ahora: los 10.000 votos parecen una meta inalcanzable.

En el País Vasco, Aralar irá con Bildu, pese a sus profundas divergencias y al maltrato que los abertzales más radicales han dado siempre al partido de Patxi Zabaleta. Un acuerdo electoral abierto, incluso, al PNV, que declinó la invitación a formar parte de un frente claramente soberanista y en el que podría quedar desdibujado.

En Cataluña, parece que no repetirá la Entesa, coalición al Senado de la que forman parte el PSC-PSOE, ERC, Iniciativa per Catalunya Verds e IUiA, cuya unidad se ha visto distorsionada por el distinto planteamiento de sus integrantes en torno a la reforma constitucional, en la que sólo los senadores del PSC apoyaron la propuesta de Zapatero/Merkell.

Por su parte, aquí en Canarias, CC y NC acaban de cerrar un acuerdo electoral para tratar de alcanzar grupo en Madrid y mitigar, en lo posible, el paseo militar que el PP se va a dar en las urnas en el Archipiélago; un futuro éxito ‘pepero’ acrecentado, aún más, si cabe, por el proceso de descomposición interna en el PSOE, con graves problemas en El Hierro, La Palma y La Gomera, que se suman a la escisión en Tenerife y a la resaca de su pésimo resultado electoral del 22-M en el conjunto del Archipiélago.

Un acuerdo, el de los nacionalistas canarios, visceralmente rechazado por algunos minoritarios sectores progresistas incapaces de entender la gravedad del momento político y económico que viven las Islas; o que no valoran suficientemente la relevancia de que Canarias tenga en estos momentos una sólida voz diferenciada en el Congreso y en el Senado.

O que no se dan cuenta que este acuerdo CC-NC es el único dique para evitar que el PP supere la frontera de los 10 escaños en el conjunto de Canarias. O que, más difícil todavía, y en un triple salto mortal, rechazan el acuerdo hoy y, al tiempo, reclaman la unidad del nacionalismo pasado mañana.

O, lo que es peor, hay quienes lo rechazan imbuidos en una manera de entender la política que sólo considera válida la dialéctica amigo/enemigo y en la que, por supuesto, el entendimiento entre fuerzas políticas distintas es un absoluto tabú o, incluso, una más que evidente traición.

Puestos a elegir, prefieren el suicidio.

Enrique Bethencourt

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