lunes, 11 de abril de 2011

Por la Izquierda, hacia ninguna parte

Resulta todo un espectáculo, escasamente gratificante por cierto, las relaciones entre la autodenominada izquierda canaria, exclusivo club integrado fundamentalmente por pequeñas formaciones sin representación en las instituciones, junto a alguna que aglutina media docena de concejales.

El dirigente de IU Ramón Trujillo denunció recientemente el “cainismo” de la izquierda y se quedó corto, si tenemos en cuenta los improperios que ha recibido por su acuerdo con Los Verdes y Socialistas por Tenerife para concurrir juntos a ayuntamientos y Cabildo, que ha puesto muy nerviosos a quienes querían patrimonializar ese espacio político; alguno de ‘Sí se Puede’ incluso se ha permitido acusarle por lo que, pitoniso él, cree que Trujillo hará en el futuro; imputación preventiva, a lo George Bush.

No es nada nuevo, ciertamente, este tipo de poco saludable comportamiento en la izquierda canaria. Sucede así desde hace, al menos, 30 años, pero tras tres décadas cabía esperar que empezara a modificarse el guión y a ser sustituidos los protagonistas.

Nada de eso, que inventen otros. Sus publicaciones o los artículos de opinión de sus dirigentes o portavoces (algunos pomposos integrantes de desnutridos comités centrales; otros entusiastas defensores de candidatos del PSC-PSOE en las elecciones de 2007, los más conservadores por cierto, comparen la lista de los “abajo firmantes” ayer y hoy; junto a unos sindicalistas, al menos me reconocerán que curiosos, que defienden a ultranza a los pobres controladores aéreos, los de los 350.000 euros al año, ahora rebajados a 200.000, convertidos en venerados mártires del capitalismo neoliberal) no tienen el menor desperdicio. Lo que difunden en diversos medios constituye una síntesis de autoafirmación en las posiciones propias, las únicas correctas, las únicas que responden a un análisis marxista ortodoxo de la realidad canaria.

Aderezadas, eso sí, con un rosario de insultos a los otros, ya sean de las izquierdas que tienen más apoyo social o de pequeños grupos que compiten en el mismo y, por lo que se ve, minado campo.

En algunos casos recurren, incluso, a poco disimulados ataques xenófobos a los adversarios políticos, pensando, quizás, que a falta de ideas, buenas son tortas. Al mismo tiempo, colectivos que juntos no agrupan a más de medio millar de personas en todo el Archipiélago, son capaces de defender distintos proyectos de unidad de la izquierda, irreconciliables y antagónicos, con el obstáculo insalvable que supone saberse propietarios de la verdad verdadera, pero rodeados de herejes, traidores, reformistas y vendidos al capital, aunque, pensarán, lo hagan bajo la piel de cordero de cualquier forma de progresismo.

De sus interminables debates, de sus enfrentamientos históricos, de su eterno y total alejamiento de la realidad, surgirán, una vez más, dos o tres alternativas de cara a los comicios autonómicos y locales de mayo de 2011, parapetadas tras frentes unitarios o unidades populares, que se convierten en un calco de aquella escena de ‘La Vida de Brian’ en la que se ponían de vuelta y media los del Frente Judaico Popular con los del Frente Popular de Judea, en la que los geniales Monty Pithon tan bien retratan el secular sectarismo de la izquierda.

Como digo, veremos dos o tres candidaturas “unitarias” de, desde, en, entre, hacia, hasta para, por, según la izquierda a ayuntamientos, cabildos y Parlamento de Canarias. Concurrencia a los comicios que suscitará nulo interés por parte del pueblo al que se dirigen y tratan de representar y orientar por el buen camino, no alcanzando ninguna de ellas más allá del 1 o el 2% de los sufragios ciudadanos.

Mientras, piensan, afirman y publican que las otras izquierdas, las que obtienen apoyos significativos en las urnas, se mueven hacia la derecha, pero no se dan cuenta de que ellos no se mueven, no se han movido desde los inicios de la transición, como si nada hubiese ocurrido en Canarias y en el mundo en las últimas décadas del siglo XX y en lo que va de siglo XXI. Paralizados, tal vez, por su pesada mochila ideológica cargada de certezas y en la que no hay espacio para las dudas; y cuando lo hacen, cuando se mueven, se dirigen, indefectiblemente, hacia ninguna parte.

Pero seguro que, tras el nuevo batacazo que sufrirán el 22 de mayo, erre que erre, inasequibles al desaliento, concluirán que los equivocados son los hombres y mujeres de este pueblo. Un pueblo que carece del suficiente discernimiento, de la necesaria capacidad, para entender y apoyar el ilusionante mensaje izquierdista de ese puñado de mesías laicos.

Y es que, como decía irónicamente Bertolt Brecht, si el partido está decepcionado con el pueblo, no le va a quedar más remedio que tratar de cambiar de pueblo. Si se puede, claro.

Enrique Bethencourt

2 comentarios:

  1. El gran dilema de la izquierda, uno de origen domestico es que todos quieren ser gallos en el gallinero y otro de visión espacial es que no quieren adaptarse al capitalismo que irremediablemente impera en el mundo y de cara a la galería algunos pretenden combatir a sabiendas que nada puede hacer. Sin duda esto da para mucho, pero la exposición que has realizado es un buen aperitivo.

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  2. Enrique, tu análisis es acertado aunque mejor que no lo lean ningún miembro de esas elites ideológicas que puede acusarte de todas las desviaciones (ideológicas, claro está) posibles, incluso las de columna. He participado en algún foro de Facebook de Tenerife con relación a este asunto y las aportaciones de algunas personas es la realidad que reflejas en tu artículo. Yo los animaba a unirse en una sola plancha electoral para superar los topes electorales, pero es posible que aún estén discutiendo sobre si será en una plancha o en una secadora.

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