jueves, 15 de enero de 2009

Las alas de Palestina

La invasión militar de la Franja de Gaza, la denominada Operación Plomo Fundido, constituye una muestra más de los niveles de crueldad a los que es capaz de llegar el muy democrático Estado de Israel. Al mismo tiempo que ha vuelto a dejar al desnudo a las impotentes Naciones Unidas, incapaces históricamente para poner freno a las violaciones de la legalidad internacional y al permanente desprecio a los derechos humanos por parte de los herederos de quienes fueron una de las principales víctimas del nazismo y que hoy, en muchos aspectos, imitan los métodos de sus verdugos de ayer. Tal vez por ello, catorce catedráticos españoles de Derecho Penal han calificado de "genocidio detalladamente planificado" el ataque de Israel a Gaza.

Ver las imágenes de niños y niñas masacrados por la aviación o los tanques israelíes indigna a cualquier ser humano con un poco de sensibilidad en sus venas. Cosa que no ocurre con los círculos ideológicos próximos al ex presidente Aznar, que algún día espero sea juzgado por una corte internacional por su papel en la guerra de Irak junto a Blair y Bush. Para el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), estrechamente vinculado al ex líder del PP y a la FAES, la aventura militar de Israel está plenamente justificada, aplaudiendo “su gran precisión contra blancos muy selectos”. No sé si se refiere a las casas, a los colegios o, directamente, a los cuerpos infantiles. La apología del terrorismo debe ser asunto de otros.

El rechazo a ese planificado terrorismo de Estado realizado por parte de uno de los países con mayor fortaleza militar del mundo no impide hacer lo propio con las barbaries de algunos grupos palestinos, entre ellos Hamas. Flaco favor le hacen a su justa causa con el dolor ocasionado a inocentes, dañando la imagen de su pueblo y emulando la altura ética de los dirigentes judíos.

La acción israelí se llevó a cabo en las vísperas de las elecciones en el Estado hebreo y, también, a escasas fechas de la renovación al frente de la Presidencia de Estados Unidos, finalizando en las vísperas de la toma de posesión del nuevo inquilino de la Casa Blanca. Oriente Próximo es una de las grandes asignaturas pendientes que tiene Barack Obama, que asume un panorama suficientemente empeorado por las disparatadas decisiones de George Bush y su ultraconservadurismo y militarismo. Tengo la impresión de que en este como en otros temas hay depositadas demasiadas esperanzas en Obama. El papel de la secretaria de Estado Hillary Clinton, cuyas posiciones sobre el conflicto son conocidas, es una de las razones para rebajar esas esperanzas.

La paz en la zona es un horizonte cada vez más lejano. El aplauso mayoritario de la población israelí a la acción militar sobre Gaza, recogido en distintos sondeos, dibuja claramente que la convivencia entre los dos pueblos sigue siendo utópica. Sé que, afortunadamente, en los dos bandos hay grupos y personas que empujan en esa dirección. Pero queda un largo camino para alcanzar esa posibilidad de respeto mutuo, que pasa ineludiblemente por la creación de un Estado Palestino y el entendimiento entre los dos estados, sabiendo superar los actuales desencuentros. La reciente operación militar, junto a su reguero de sangre y dolor humano, es un nuevo y significativo escollo para lograr ese objetivo de paz en Oriente Próximo.

Mientras, en medio del dolor y de la solidaridad con su castigado pueblo, rememoro el hermoso poema del cantautor catalán Lluis Llach sobre Palestina: “De tus campos de piel morena arrancan tus árboles/como si así desarraigaran tu mañana./Entierran a tus hijos cuando aún sonríen/esperando convertir tu vientre en un yermo.(…) Serán tus alas para un vuelo que pronto verás libre”.

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