Dejamos hace unos días atrás un verano marcado por la vuelta a la brutalidad irracional de los fanáticos enloquecidos de ETA, los incendios forestales que asolaron la isla de La Palma, la expulsión de Ángel Llanos del santacrucero paraíso de Miguel Zerolo, la presidencial visita de Rodríguez Zapatero a Lanzarote, el primer aniversario de la tragedia de Barajas o los berlineses récords de Usain Bolt.
Sin olvidarnos del fiasco de una muy mal negociada financiación autonómica, con responsabilidades en ambas orillas, las de un vicepresidente económico canario que parece estar ocupado en otras cosas –con constantes visitas a los tribunales, la última con sonada derrota en su particular cruzada contra la libertad de expresión, a cuenta del curioso ‘caso chalet’- y las de un Gobierno estatal que maltrata a las Islas mientras beneficia descaradamente a sus feudos políticos, véase por ejemplo lo bien retratadas que quedaron en el reparto Andalucía y Baleares. Situación que se repite en los recién presentados Presupuestos Generales del Estado, en los que Canarias es maltratada por el Gobierno de Zapatero.
Y nos encontramos plenamente inmersos ya en un nuevo curso, escolar y político. El primero, con las incógnitas abiertas sobre la resolución adecuada o no de la discutida reforma de la Formación Profesional, la polémica sobre los nuevos criterios de ordenación en las listas de sustituciones docentes y la apertura de debates sobre los modelos de jornada escolar y su influencia en el éxito en las aulas; y los anuncios, realizados por Gabilondo y Luis, de un gran pacto social sobre la educación.
Así como la vuelta de la homologación retributiva, en este caso con su estudio en los tribunales en los primeros meses de 2010. Una sentencia a favor de los docentes pondría patas arriba, aún más, las esquilmadas arcas autonómicas, haciendo que lo de Tebeto resulte casi una broma.
Asunto este último, el de Tebeto, en el que el Gobierno ha reaccionado tarde ante la estrambótica sentencia judicial y sus terribles consecuencias, que de consumarse supondrían un palo a la Hacienda autonómica de más de cien millones de euros, como si debajo de la montañeta majorera hubiera un yacimiento de diamantes o de coltan.
Por lo pronto, y tras la aceptación por el TSJC del pago fraccionado, habrá que pagar 33 millones en los próximos quince días en el caso de empresario sin riesgo, pero con pingues beneficios, más representativo del mundo mundial. Dinero público, de los bolsillos de todos los ciudadanos de Canarias, por una dudosa mina de traquita. Al margen de que estaba más que demostrado que allí no se podía hacer nada, lo prohibía el PIO majorero y las normas subsidiarias del municipio de La Oliva. Es como si yo solicito hacer un restaurante en la barra de la playa de Las Canteras y viene un Luis Soria y me lo autoriza. Y encima pido, y consigo, millonaria indemnización porque el Ayuntamiento o el Ejecutivo me impide realizar la obra.
El segundo frente, el político, continuará marcado por una profunda y prolongada crisis económica que comienza a pasar factura, al menos eso señalan los estudios sociológicos, a un Zapatero que tratará de aprovechar el impulso político de la Presidencia Europea en el primer semestre de 2010. Aunque parece frenarse la destrucción de empresas y empleo, la salida del túnel no está tan cercana y el desempleo y la pobreza se extienden en amplias capas sociales.
En el Archipiélago, el Consejo de Ministros del próximo 9 de octubre abre algunas esperanzas sobre acciones gubernamentales que impacten positivamente en la comunidad autónoma con más paro, que sufre las consecuencias de su lejanía y fragmentación, pero también las de un modelo económico dependiente, poco diversificado y con escasos niveles de productividad. Además de la pervivencia de otras lacras, como los todavía escasos niveles de formación o el disponer de los salarios privados más bajos de toda España.
Aunque el precedente de la financiación autonómica, que establece los dineros para el funcionamiento de los servicios públicos para los próximos años, marca muy negativamente nuestro futuro, con esos 500 millones de euros anuales menos que la media española; sin que lo puedan maquillar medidas extraordinarias ni asignaciones en los Presupuestos Generales del Estado, cuya primera lectura no invita especialmente al optimismo. El inmenso error del voto favorable el pasado 15 de julio, pese al reconocimiento por Soria y Rivero de la perversidad del sistema y lo mal que queda Canarias, lo pagaremos muy caro los próximos años, algo que han denunciado incluso algunos líderes de CC, caso de Miguel Zerolo.
Al margen de la política, tan denostada, no siempre justamente, la vida continuará y los hombres y mujeres de esta tierra seguiremos peleando contra los elementos, esperemos que con mejor fortuna que aquella armada tan poco invencible.
Porque pese a estar ya metidos de lleno en el otoño político, como en la vieja canción, “…el paisaje real/—la gente y su dolor—/no lo pueden tapar/ni la lluvia ni el sol".
Nos mudamos de sitio
Hace 10 años
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