lunes, 25 de abril de 2011

Soria y los analistas

Cuando el hasta entonces vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda, José Manuel Soria, anunció el abandono de su partido del Gobierno canario, en el pasado mes de octubre, numerosos analistas políticos se echaron las manos a la cabeza y escribieron barrancos de tinta sobre lo que consideraban como un “grave error estratégico” del líder de los populares canarios; alguno incluso sentó cátedra sobre el suicidio político que supondría para Soria su adiós al Ejecutivo que compartía con CC, lo que, decían, le pasaría una cuantiosa factura en las urnas.

Me pareció entonces que había escasez de análisis y que la decisión no era en modo alguno una infantil pataleta, una frivolidad, sino una fría y calculada actitud de alejamiento de Rivero y los suyos, aprovechando el apoyo de Coalición a los Presupuestos Generales del Estado y al conjunto de políticas de Zapatero. Y que Soria se encontraba más vivo y más activo que nunca.

Es cierto que el PP no puede escaparse de las responsabilidades compartidas con CC durante sus más de tres años de Gobierno conjunto: desde los pésimos resultados de la financiación autonómica a la absoluta inoperancia del Ejecutivo para frenar las consecuencias de la crisis económica en el Archipiélago, con esos 314.000 parados que señalaba la EPA de diciembre de 2010, pasando por los problemas de los servicios públicos o las malas relaciones con los cabildos insulares. Pero han desarrollado todas sus habilidades para tratar de no aparecer como corresponsables de los numerosos desastres de este Gobierno que nació en 2007.

A las puertas de las elecciones del 22 de mayo parece que las cosas no le van muy mal al PP y a su máximo dirigente en el Archipiélago. Las encuestas apuntan a una victoria en votos y, muy posiblemente, en escaños, lo que les convertiría en el primer grupo en el Parlamento canario.

Los sondeos señalan que su partido crece en la práctica totalidad de los territorios (al igual que Nueva Canarias, mientras retroceden socialistas y coalicioneros con relación a los anteriores comicios) y, de manera significativa, en Tenerife, donde podría mejorar mucho su presencia en municipios, sobre todo en Santa Cruz, y en el propio cabildo; curiosamente, todo apunta a un crecimiento menos relevante cuantitativamente en Gran Canaria, porque sus resultados anteriores ya fueron altos, por su todavía débil presencia en algunos de sus municipios y porque las candidaturas al ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y al Cabildo no parecen haber despertado demasiado entusiasmo ciudadano.

Los conservadores pueden ser, por primera vez, el principal partido en el ámbito autonómico –aunque es verdad que con escasa diferencia favorable en número de escaños respecto a los otros- , aunque eso no les garantice presidir la Comunidad, como ya le ocurriera al triunfante PSOE ‘juanfernandino’ en 2007, antes de que su breve líder saliera como un escoplo de estas ínsulas. Unas circunstancias, las del posible triunfo ‘pepero’, en las que influye la ola estatal, no les quepa duda, y el desgaste de una CC con la que comparten espacio de centro derecha, como se observa cuando comparamos los comportamientos de los votantes en elecciones generales y autonómicas.

En definitiva, los columnistas varios que ‘enterraron’ tan prematuramente a Soria pueden anular su más que precipitado funeral político y levantar acta de su resurrección; o, sencillamente, realizar una serena autocrítica de sus sesgados y poco sustentados análisis, que no es lo mismo pero es igual.

Enrique Bethencourt

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lunes, 11 de abril de 2011

Por la Izquierda, hacia ninguna parte

Resulta todo un espectáculo, escasamente gratificante por cierto, las relaciones entre la autodenominada izquierda canaria, exclusivo club integrado fundamentalmente por pequeñas formaciones sin representación en las instituciones, junto a alguna que aglutina media docena de concejales.


El dirigente de IU Ramón Trujillo denunció recientemente el “cainismo” de la izquierda y se quedó corto, si tenemos en cuenta los improperios que ha recibido por su acuerdo con Los Verdes y Socialistas por Tenerife para concurrir juntos a ayuntamientos y Cabildo, que ha puesto muy nerviosos a quienes querían patrimonializar ese espacio político; alguno de ‘Sí se Puede’ incluso se ha permitido acusarle por lo que, pitoniso él, cree que Trujillo hará en el futuro; imputación preventiva, a lo George Bush.

No es nada nuevo, ciertamente, este tipo de poco saludable comportamiento en la izquierda canaria. Sucede así desde hace, al menos, 30 años, pero tras tres décadas cabía esperar que empezara a modificarse el guión y a ser sustituidos los protagonistas.

Nada de eso, que inventen otros. Sus publicaciones o los artículos de opinión de sus dirigentes o portavoces (algunos pomposos integrantes de desnutridos comités centrales; otros entusiastas defensores de candidatos del PSC-PSOE en las elecciones de 2007, los más conservadores por cierto, comparen la lista de los “abajo firmantes” ayer y hoy; junto a unos sindicalistas, al menos me reconocerán que curiosos, que defienden a ultranza a los pobres controladores aéreos, los de los 350.000 euros al año, ahora rebajados a 200.000, convertidos en venerados mártires del capitalismo neoliberal) no tienen el menor desperdicio. Lo que difunden en diversos medios constituye una síntesis de autoafirmación en las posiciones propias, las únicas correctas, las únicas que responden a un análisis marxista ortodoxo de la realidad canaria.

Aderezadas, eso sí, con un rosario de insultos a los otros, ya sean de las izquierdas que tienen más apoyo social o de pequeños grupos que compiten en el mismo y, por lo que se ve, minado campo.

En algunos casos recurren, incluso, a poco disimulados ataques xenófobos a los adversarios políticos, pensando, quizás, que a falta de ideas, buenas son tortas. Al mismo tiempo, colectivos que juntos no agrupan a más de medio millar de personas en todo el Archipiélago, son capaces de defender distintos proyectos de unidad de la izquierda, irreconciliables y antagónicos, con el obstáculo insalvable que supone saberse propietarios de la verdad verdadera, pero rodeados de herejes, traidores, reformistas y vendidos al capital, aunque, pensarán, lo hagan bajo la piel de cordero de cualquier forma de progresismo.

De sus interminables debates, de sus enfrentamientos históricos, de su eterno y total alejamiento de la realidad, surgirán, una vez más, dos o tres alternativas de cara a los comicios autonómicos y locales de mayo de 2011, parapetadas tras frentes unitarios o unidades populares, que se convierten en un calco de aquella escena de ‘La Vida de Brian’ en la que se ponían de vuelta y media los del Frente Judaico Popular con los del Frente Popular de Judea, en la que los geniales Monty Pithon tan bien retratan el secular sectarismo de la izquierda.

Como digo, veremos dos o tres candidaturas “unitarias” de, desde, en, entre, hacia, hasta para, por, según la izquierda a ayuntamientos, cabildos y Parlamento de Canarias. Concurrencia a los comicios que suscitará nulo interés por parte del pueblo al que se dirigen y tratan de representar y orientar por el buen camino, no alcanzando ninguna de ellas más allá del 1 o el 2% de los sufragios ciudadanos.

Mientras, piensan, afirman y publican que las otras izquierdas, las que obtienen apoyos significativos en las urnas, se mueven hacia la derecha, pero no se dan cuenta de que ellos no se mueven, no se han movido desde los inicios de la transición, como si nada hubiese ocurrido en Canarias y en el mundo en las últimas décadas del siglo XX y en lo que va de siglo XXI. Paralizados, tal vez, por su pesada mochila ideológica cargada de certezas y en la que no hay espacio para las dudas; y cuando lo hacen, cuando se mueven, se dirigen, indefectiblemente, hacia ninguna parte.

Pero seguro que, tras el nuevo batacazo que sufrirán el 22 de mayo, erre que erre, inasequibles al desaliento, concluirán que los equivocados son los hombres y mujeres de este pueblo. Un pueblo que carece del suficiente discernimiento, de la necesaria capacidad, para entender y apoyar el ilusionante mensaje izquierdista de ese puñado de mesías laicos.

Y es que, como decía irónicamente Bertolt Brecht, si el partido está decepcionado con el pueblo, no le va a quedar más remedio que tratar de cambiar de pueblo. Si se puede, claro.

Enrique Bethencourt

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