viernes, 25 de marzo de 2011

¡Tiembla, Finlandia!

La responsable de la cartera de Educación de Finlandia, Henna Virkkunen, entró cabizbaja al despacho de la primer ministro del país, Mari Kiviniemi. Sin apenas pronunciar palabra, entregó un sobre que contenía una breve carta en la que exponía las razones que le habían llevado a plantear su dimisión irrevocable al frente del departamento.

“Nuestro estancamiento es evidente”, señaló. “En apenas seis meses hemos perdido nuestro lugar de privilegio al frente de la Educación en Europa. Asumo el fracaso y doy un paso atrás para que alguien, con más fuerza, con mejores ideas, con nuevos proyectos, nos coloque nuevamente a la cabeza de la calidad educativa, un liderazgo del que estábamos muy orgullosos y que nunca debimos perder”, añadió.

“Es más doloroso, si cabe, que una pequeña comunidad turística española, que hasta ayer presentaba unos muy negativos parámetros educativos, con altas tasas de fracaso y de abandono escolar prematuro, muy por encima de las españolas y europeas, nos haya arrasado en un solo curso escolar; y, lo que es más llamativo, disminuyendo presupuestos, recortando plantillas y eliminando especialistas. Un verdadero milagro, a coste cero”, continuó.

La ministra Virkkunen expuso su asombro ante el singular hecho de que partiendo de una situación de evidente retraso respecto a la media de la Unión Europea, con dos puntos menos del PIB destinados a Educación que Finlandia, sin afrontar cambios en la formación de los docentes, sin abordar las imprescindibles reformas en el sistema ni implantar nuevos métodos de enseñanza-aprendizaje, Canary Islands se lograra colocar, según anunció su primer ministro Rivero en sede parlamentaria, a la cabeza de la Educación europea.

Kiviniemi, hasta entonces silenciosa, quiso animar a la integrante de su gabinete, a la que consideraba una de sus mejores ministras. “No todo está perdido. Podemos saber lo que ha ocurrido y actuar en consecuencia. He solicitado un informe urgente a nuestro consulado en Las Palmas de Gran Canaria sobre qué puede haber detrás de este salto educativo. Es más detallado de lo que necesitaba y, en ocasiones, se va por las ramas, pero creo que nos puede indicar las razones profundas de esa transformación en tan poco tiempo”.
La primer ministra explicó que los responsables políticos canarios achacaban el radical cambio a la apertura temprana de los centros educativos, facilitada sin duda por el buen clima de las Islas, nada parecido a las temperaturas que se padecen en la gélida Finlandia. Y, al parecer, al refuerzo educativo de tarde, aunque este sólo llegue a una parte del alumnado con dificultades.

“Pero contrasta, según el informe del consulado, con un curso escolar en el que centenares de colegios e institutos se quejan por la falta de profesores cuando los titulares están de baja, incluso más de un mes; y en el que han eliminado trabajadores sociales en los centros y disminuido psicólogos y orientadores, por lo que cabría colegir un empeoramiento, nunca una mejora”.

Kiviniemi prosiguió señalando una curiosidad: el informe consular apuntaba a una presunta tergiversación de los datos reales, mucho más negativos, por el interés propagandístico del Gobierno del Archipiélago ante las elecciones que afrontaba a finales de mayo. “Esto resulta inverosímil. Ningún Gobierno democrático hace propaganda y maquilla la situación educativa, por muchas elecciones que haya. Solicitaré un informe más preciso a la embajada en Madrid. Ruego, señora Virkkunen, que hasta entonces no haga efectiva su dimisión”.

Mientras, a 4.683 kilómetros de Helsinki, Rivero se regocijaba de su última ocurrencia, con la que cerraba las sesiones de la VIIª legislatura y se lanzaba a la inminente confrontación en las urnas. La próxima genialidad podría ser negar la existencia de paro en la Comunidad o asegurar que las personas dependientes tienen un exceso de atenciones y encima, desagradecidos, se quejan.

La educación y sus sobrevenidos éxitos había sido un buen y prometedor comienzo.

“¡Tiembla, Finlandia!”, exclamó mientras exhibía la mejor de sus electorales sonrisas.

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martes, 15 de marzo de 2011

Una ciudadanía mejor representada

Señalaba en un artículo anterior de LA TIRADERA las consecuencias en la representatividad del voto ciudadano de nuestro actual sistema electoral, y recordaba que en las elecciones autonómicas de 2007 miles de votos habían pasado de la urna a la papelera.

Algo más de 150.000 en el conjunto de Canarias, un 16,3%. Pero también el 36% de los sufragios emitidos en Lanzarote o el 23% de los de Gran Canaria.

A los que habría que sumar –aunque es imposible medirlo- los de aquellas personas que, ante la restrictiva ley electoral del 30% de barrera insular, que es la circunscripción en el caso de la cámara canaria, y del 6% archipielágico, optaron por dar su voto a una segunda opción, aunque no fuera la que realmente les convencía más. O, simplemente, semejante disyuntiva los animó a abstenerse.

Recordaba, asimismo, que los sistemas democráticos en las comunidades autónomas o en los países de la Unión Europea se mueven en unas cláusulas de acceso entre el 3% y el 5%. En Canarias es del 5% para los cabildos y ayuntamientos, mientras que para el Congreso de los Diputados el porcentaje baja hasta el 3%.

Desgraciadamente, el arbitrario sistema electoral canario no ha podido ser modificado esta legislatura, rechazando CC y PP en el Parlamento la propuesta de bajar los topes al 5% insular, presentada por el entonces diputado socialista Santiago Pérez hace más de dos años.

La única forma de saltar esa injusta barrera con garantías en distintos territorios, permitiendo que partidos con un amplio apoyo ciudadano accedan al Parlamento, ha sido el establecimiento de acuerdos insulares entre fuerzas políticas de variado espectro; y, a la vez, el que éstas pudieran contar con un paraguas unificador en el conjunto de Canarias que posibilitara superar ampliamente la cláusula del 6%.

Parece que esta formulación ha sido bien recibida por la ciudadanía y que se traducirá en un Parlamento de Canarias mucho más plural y unos votantes mejor representados, conforme a sus auténticos deseos. Al menos eso reflejan distintas encuestas publicadas por Canarias7 y La Provincia/La Opinión, que plantean una cámara canaria sin mayorías aplastantes y con la presencia de hasta cinco fuerzas políticas, frente a las tres de la presente legislatura.

Además, el porcentaje de votos tirados a la papelera disminuye de forma más que significativa, lo que es una excelente noticia para cualquier demócrata. Así, en el sondeo de La Provincia/La Opinión, realizado por TSA, en Lanzarote se pasaría de aquel vergonzoso 36% a un 5,4%. En Gran Canaria, del 23% al 15,8%. Y en el conjunto de Canarias la suma de porcentajes de las fuerzas que pueden obtener representación alcanza el 93,3%, es decir, se disminuiría la ‘exclusión’ de votantes del 16,3% al 6,7%.

En la de Canarias7, el voto de las distintas fuerzas que accederían al Parlamento se movería en la horquilla 88%-92%, con lo que también disminuiría el porcentaje de votos sin representación en el Parlamento, que fluctuaría entre el 12 y el 8%.

En el caso de Lanzarote, el sondeo, realizado por Perfiles, indica que los votos que se traducen en representación ascienden al 96%, quedando fuera un 4%, también muy alejado del 36% de 2007. Y en Gran Canaria la horquilla sería del 90-94, reduciéndose también significativamente los votos excluidos (entre el 10 y el 6%, frente al 23% de hace cuatro años).

Se trata, sin duda, de una noticia de gran trascendencia desde el punto de vista democrático. Pero no invalida en modo alguno la imperiosa necesidad de modificar profundamente nuestro sistema electoral, tarea que deben afrontar las fuerzas políticas y los 60 diputados electos en los comicios del próximo 22 de mayo.

Enrique Bethencourt

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martes, 1 de marzo de 2011

Pérez Reverte y la (mala) educación

Me he leído con mucha atención el artículo, viejo por cierto, de Arturo Pérez Reverte, sobre la educación en España (hace referencia al PISA 2006) y las responsabilidades de los políticos de los últimos “veinte o treinta años” en su escasa calidad y malos resultados, que últimamente circula por Internet como si de un compendio de verdades reveladas se tratara.

Un texto que parece olvidar que la educación franquista era mucho peor y que entonces había más analfabetos, mucho menos gente escolarizada, muchísimos menos titulados universitarios y, en el caso canario, ni contábamos con una red de centros (los colegios estaban desdoblados en varios turnos y la mayoría de los municipios carecía de instituto) ni con plantillas docentes adecuadas.

En la forma y en el fondo este artículo (titulado, qué menos, ‘Permitidme tutearos, imbéciles’) me parece impropio de un académico y situado más cerca, mucho más cerca, de las imprecaciones al uso en una barra de bar, donde se juega a quién grita más o a quién despotrica de forma más encolerizada, o a uno de los numerosos programas de la tele basura. Ideas, la verdad, muy pocas.

Mentar a la madre de los políticos, como hace el ilustre autor en el arranque de su texto, o decir que España es un “autocomplaciente país de mierda” al que se pretende hacer “un país de más mierda todavía” (afirmación que no se atrevería a hacer ni Antonio Cubillo harto de ron) no creo que sea una interesante aportación al debate educativo, donde se precisan análisis rigurosos, críticas e ideas, más que insultos y descalificaciones.

Por mucho que éstas susciten el aplauso fácil de muchos, al igual que los gritos, amenazas e insultos en determinados programas televisivos provocan el delirante entusiasmo del público presente en el plató.

No constituyen novedad, por cierto, estas formas de expresión en boca de Reverte. Cabe recordar que cuando Miguel Ángel Moratinos abandonó su cargo de ministro de Exteriores por decisión de Rodríguez Zapatero también dijo que lo hizo “como un perfecto mierda”, por llorar, cosa que, por lo visto, no debemos hacer los hombres. Y su hiriente pluma alcanzó el culmen cuando comparó la ley antitabaco con lo sucedido a Ana Frank con los nazis. Un lumbrera, vamos.

A mí, que soy muy crítico con el sistema educativo canario, no se me pasa por la cabeza hablar de comunidad autónoma de mierda ni insultar a la consejera del ramo y a su familia, por muchas diferencias que tenga y por muchos déficit que constate; por educación, entre otras cosas, lo que a Pérez Reverte no parece sobrarle pese a que ocupa un sillón en la Real Academia de la Lengua (RAE).

En el texto, Reverte destaca los abismos que, en su opinión, se han abierto entre los resultados de la enseñanza pública y la privada; tema que por sí solo animaría a un debate. Tengo la impresión de que esta circunstancia tiene mucho que ver con factores como el status socioeconómico y cultural de sus alumnos de unos y otros centros o la exclusión de los inmigrantes en privados y privados/concertados; y es muy posible, asimismo, que en los años de bonanza buena parte de las clases medias se volcara, aún más, en la privada.

Hablar de la existencia de 17 sistemas educativos segregados, como hace en su artículo, tampoco tiene base alguna: el tronco común supone más del 80% de los contenidos; y nadie negará a estas alturas que los pibes deben conocer la geografía y la historia de su comunidad, así como sus literatos y artistas de los diferentes ámbitos (cosa que yo no pude hacer cuando estudiaba).

Y las propias conclusiones sobre las diferencias entre comunidades (“alcanzan sólo hasta el 4% en el conjunto de los resultados”, señala el PISA 2009) no parecen dar la razón a Reverte: el sistema es tremendamente homogéneo. Y mejorable, sin duda.

Y en torno a su referencia al “efecto devastador” del modelo educativo vigente en el País Vasco y Cataluña, baste recordar que en el último PISA Euskadi y Cataluña están por encima de la media española, y también superan a la media de los países de la OCDE en Matemáticas y Comprensión Lectora, y sólo ‘pinchan’ en Ciencias (aunque por encima de la media estatal). Tan mal no deben estar.

Por otra parte, poner de vuelta y media a Zapatero por afirmar que “lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres” también es, como mínimo, cuestionable. Recuerdo que en el PISA se afirma taxativamente que influyen de manera muy significativa las condiciones socioeconómicas de las familias y el ambiente cultural: la diferencia media entre los alumnos que tienen en casa menos de 10 libros y más de 500 es de 124 puntos en España y de 126 para toda la OCDE. Alguna razón tiene Zapatero, aunque le pese al omnisciente e infalible Reverte.

Por último, concluir, como hace, que esta es una nación inculta me llevaría, de forma ruin como el autor, a preguntarme por qué un escritor como Arturo Pérez Reverte -que no es ni de lejos James Joyce, Franz Kafka, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, García Márquez o Vargas Llosa- vende tantos libros en el país en el que triunfan Belén Esteban, ‘Sálvame’ y tele 5. Seguro que, “mierda” por medio, esa palabra no puede faltar en un texto suyo, Reverte tiene, como siempre, la precisa respuesta.

Enrique Bethencourt

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