miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nuevo curso, viejos problemas

Dejamos hace unos días atrás un verano marcado por la vuelta a la brutalidad irracional de los fanáticos enloquecidos de ETA, los incendios forestales que asolaron la isla de La Palma, la expulsión de Ángel Llanos del santacrucero paraíso de Miguel Zerolo, la presidencial visita de Rodríguez Zapatero a Lanzarote, el primer aniversario de la tragedia de Barajas o los berlineses récords de Usain Bolt.

Sin olvidarnos del fiasco de una muy mal negociada financiación autonómica, con responsabilidades en ambas orillas, las de un vicepresidente económico canario que parece estar ocupado en otras cosas –con constantes visitas a los tribunales, la última con sonada derrota en su particular cruzada contra la libertad de expresión, a cuenta del curioso ‘caso chalet’- y las de un Gobierno estatal que maltrata a las Islas mientras beneficia descaradamente a sus feudos políticos, véase por ejemplo lo bien retratadas que quedaron en el reparto Andalucía y Baleares. Situación que se repite en los recién presentados Presupuestos Generales del Estado, en los que Canarias es maltratada por el Gobierno de Zapatero.

Y nos encontramos plenamente inmersos ya en un nuevo curso, escolar y político. El primero, con las incógnitas abiertas sobre la resolución adecuada o no de la discutida reforma de la Formación Profesional, la polémica sobre los nuevos criterios de ordenación en las listas de sustituciones docentes y la apertura de debates sobre los modelos de jornada escolar y su influencia en el éxito en las aulas; y los anuncios, realizados por Gabilondo y Luis, de un gran pacto social sobre la educación.

Así como la vuelta de la homologación retributiva, en este caso con su estudio en los tribunales en los primeros meses de 2010. Una sentencia a favor de los docentes pondría patas arriba, aún más, las esquilmadas arcas autonómicas, haciendo que lo de Tebeto resulte casi una broma.

Asunto este último, el de Tebeto, en el que el Gobierno ha reaccionado tarde ante la estrambótica sentencia judicial y sus terribles consecuencias, que de consumarse supondrían un palo a la Hacienda autonómica de más de cien millones de euros, como si debajo de la montañeta majorera hubiera un yacimiento de diamantes o de coltan.

Por lo pronto, y tras la aceptación por el TSJC del pago fraccionado, habrá que pagar 33 millones en los próximos quince días en el caso de empresario sin riesgo, pero con pingues beneficios, más representativo del mundo mundial. Dinero público, de los bolsillos de todos los ciudadanos de Canarias, por una dudosa mina de traquita. Al margen de que estaba más que demostrado que allí no se podía hacer nada, lo prohibía el PIO majorero y las normas subsidiarias del municipio de La Oliva. Es como si yo solicito hacer un restaurante en la barra de la playa de Las Canteras y viene un Luis Soria y me lo autoriza. Y encima pido, y consigo, millonaria indemnización porque el Ayuntamiento o el Ejecutivo me impide realizar la obra.

El segundo frente, el político, continuará marcado por una profunda y prolongada crisis económica que comienza a pasar factura, al menos eso señalan los estudios sociológicos, a un Zapatero que tratará de aprovechar el impulso político de la Presidencia Europea en el primer semestre de 2010. Aunque parece frenarse la destrucción de empresas y empleo, la salida del túnel no está tan cercana y el desempleo y la pobreza se extienden en amplias capas sociales.

En el Archipiélago, el Consejo de Ministros del próximo 9 de octubre abre algunas esperanzas sobre acciones gubernamentales que impacten positivamente en la comunidad autónoma con más paro, que sufre las consecuencias de su lejanía y fragmentación, pero también las de un modelo económico dependiente, poco diversificado y con escasos niveles de productividad. Además de la pervivencia de otras lacras, como los todavía escasos niveles de formación o el disponer de los salarios privados más bajos de toda España.

Aunque el precedente de la financiación autonómica, que establece los dineros para el funcionamiento de los servicios públicos para los próximos años, marca muy negativamente nuestro futuro, con esos 500 millones de euros anuales menos que la media española; sin que lo puedan maquillar medidas extraordinarias ni asignaciones en los Presupuestos Generales del Estado, cuya primera lectura no invita especialmente al optimismo. El inmenso error del voto favorable el pasado 15 de julio, pese al reconocimiento por Soria y Rivero de la perversidad del sistema y lo mal que queda Canarias, lo pagaremos muy caro los próximos años, algo que han denunciado incluso algunos líderes de CC, caso de Miguel Zerolo.

Al margen de la política, tan denostada, no siempre justamente, la vida continuará y los hombres y mujeres de esta tierra seguiremos peleando contra los elementos, esperemos que con mejor fortuna que aquella armada tan poco invencible.

Porque pese a estar ya metidos de lleno en el otoño político, como en la vieja canción, “…el paisaje real/—la gente y su dolor—/no lo pueden tapar/ni la lluvia ni el sol".

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lunes, 21 de septiembre de 2009

Baño de microbios

Nos han tenido atemorizados a lo largo de todo el verano con la proliferación de noticias, a cual más alarmante, en torno a la pandemia de la gripe A. La información sobre el progresivo incremento de afectados y el creciente número de fallecimientos, casi siempre con la presuntamente tranquilizadora coletilla de “personas que ya padecían patologías previas”, han extendido el miedo entre la población.

Y, asimismo, aumentado la venta cuasi clandestina de tamiflú, para satisfacción de Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa de Bush y padre de las guerras de Afganistán e Irak, directivo de la farmacéutica que lo fabrica. Está pasando igual que en la postguerra española, cuando el contrabando de penicilina enriqueció a más de uno. Eso sí, ahora se lleva a cabo a través de Internet, que la modernidad llegó con intención de quedarse.

Estos días, compruebo en distintos lugares las miradas desaprobatorias que reciben las personas que estornudan en espacios colectivos, víctimas probablemente de un simple resfriado o de alguna de las abundantes alergias, convertidas en sospechosos de ser maléficos propagadores del virus que puede mandar al basurero de la historia a besos y efusiones varias.

Esta gripe, inicialmente porcina (del cochino, chancho, cerdo, gorrino, puerco y similares), ahora AH1N1 o, más simplificadamente, gripe A, ha obligado a la actuación coordinada de las administraciones sanitarias central y autonómica, a que se aprueben protocolos de actuación en los centros escolares y a que se multiplique el uso del jabón y de los pañuelos, cuyos afortunados fabricantes van a salir antes de la crisis.

Aunque difícilmente, al menos por el momento, consiga acabar con esa fea costumbre de escupir en la calle; lo constato todos los días en mi ciudad, con los varones como casi exclusivos protagonistas. En mi niñez y hasta mitad de los años setenta, las guaguas aún colgaban carteles prohibiéndolo explícitamente, junto al fumar o hablar con el conductor. Habrá que seguir insistiendo.

Claro que también Luis Carandell, en su magnífico libro Celtiberia Show, nos mostró algún singular letrero de la España de finales de los sesenta, como aquel que rezaba, textualmente, Se proibe mehar en el ascensor, que las haches son por naturaleza muy caprichosas y las ganas de orinar, por lo que parece, también.

Algo hemos avanzado desde entonces, pero mucho me temo que no lo suficiente. En limpieza y en urbanidad, aunque se empeñen en desmentirlo el aspecto que presentan muchas de nuestras calles por los excesos del club de enemigos de las papeleras y por las deposiciones caninas; y no sé si en ortografía.

Por cierto, ya apenas nos acordamos del pánico que suscitó la gripe aviaria, inicialmente del pollo, que se presentó como la pandemia del siglo y del milenio. Recuerdo que cada vez que observaba a un ave sentía que me saltaban todas las alarmas, mucho más que tras ver Los pájaros, la famosa película de Alfred Hitchcock.

Millones de aves murieron o fueron sacrificadas y el tamiflú apareció como el gran remedio y el suculento negocio. Tras una sobredosis informativa, la influenza aviaria dejó de interesar a los medios de comunicación.

Y en pocos años pasamos de preocuparnos de la gripe del pollo a hacerlo con la del cochino, aunque este animalito tuvo mejor suerte y rápidamente se generalizó la denominación de gripe A, enfermedad que, según los últimos datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha causado 3.500 muertos y casi 300.000 personas infectadas en todo el mundo.

Por si fuera poco, ahora un estudio estadounidense, de dónde si no, advierte que las cotidianas y revitalizantes duchas pueden constituir un serio riesgo para nuestra salud. En efecto, investigadores de la Universidad de Colorado, señalan que en un análisis al respecto se verificó que un 30% de los cabezales de ducha albergaban significativos niveles de Mycobacterium avium, bacteria que, por lo que parece, afecta a las personas con problemas en su sistema inmunológico.

Los sesudos investigadores concluyen que al ducharnos corremos el riesgo de respirar una dosis elevada de esos microbios -bichitos, como diría el ínclito ministro Sancho Rof-, al expandirse fácilmente por el aire. Es decir, que podemos salir de la ducha literalmente enchumbados en bacterias, por fuera y por dentro de nuestro cuerpo.

Son, sin duda, ganas de fastidiar al personal, con una fuente más de preocupación higiénico-sanitaria que añadir a nuestra larga lista de temores en este mundo tan inseguro.

O, tal vez, el objetivo oculto de la encarnada universidad es ofrecer científica coartada a los pocos enemigos de la higiene personal que todavía nos quedan por aquí. A los guarros sin gripe, que haberlos, haylos.

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martes, 15 de septiembre de 2009

Pasárselo pipa

El bajón informativo que se produce todos los veranos, así como la necesidad de mitigar algo la tensión que se padece a lo largo del año académico y político, propicia en estas vacacionales fechas la publicación de noticias más intrascendentes y menos serias; pero también, por otro lado, deja hueco para curiosidades científicas que, muchas veces, no ocupan el lugar merecido en los medios de comunicación. Pero me temo que hay más, mucho más, de lo primero.

Antes sucedía con la repetida aparición de algún reportaje periodístico con referencia al monstruo del Lago Ness, acompañado de una foto, autoría de Wetherell en 1934, que se ha demostrado que constituye un burdo montaje.

Emulando a Escocia y su ‘Nessie’ (que hace unos días ‘reaparecía’, en este caso aparentemente captado por Google Earth), España tuvo su particular serpiente de verano en pleno franquismo, con la aparición en 1971 de ‘Las caras de Bélmez’, fenómeno supuestamente paranormal tras el que se escondía un intento de negocio.

Las cosas han cambiado, pero no tanto. Titulares como ‘Le injertaron la oreja en el trasero’, ‘Aparece un perro nueve años y 2.000 kilómetros después’, ‘Investigadores descartan que la Luna influya en el estado psíquico’, ‘Trata de pasar la aduana con 16 calzoncillos, cuatro chándales y tres pantalones puestos’, ‘Tatuajes y muñecas hinchables para perros’, ‘Destroza un bar porque no le gustaban las aceitunas’ o, alucinen, ‘La dictadura argentina aborrecía a Perales y Camilo Sesto’ encontraron espacio en las páginas de distintos periódicos en julio y agosto.

Lo del presidente del Gobierno de Canarias y su presunto intento de enchufar a un familiar en unas oposiciones a guindilla merece, sin duda, tratamiento aparte, al margen de su carácter más o menos doméstico.

Pero este verano de 2009 la palma, perdonen, se la lleva, en mi opinión, una noticia fechada en Bilbao y recogida por varios rotativos españoles: ‘Una pareja utiliza como preservativo una bolsa de pipas’. Suceso, tan sorprendente como real, que terminó con la chica en el servicio de Urgencias del hospital de Cruces para extraerle tan incómodo envoltorio.

Uno puede entender la fogosidad y las urgencias sexuales de los jóvenes que hacen oídos sordos, afortunadamente, a las absurdas llamadas papales a la abstinencia. Y aplaude que estos intenten ser responsables y utilicen métodos que eviten embarazos no deseados y contribuyan, al mismo tiempo, a establecer barreras contra las enfermedades de transmisión sexual; contradiciendo otra desatinada, peligrosa e irresponsable posición de la cúpula de la Iglesia Católica, su negativa frontal al uso del preservativo, dogma que tanto daño hace en batallas como la que se libra en todo el mundo contra la extensión del sida.

Pero utilizar una bolsa de pipas resulta contraproducente, molesto y escasamente eficaz. Más en un país en el que parece relativamente sencillo acceder a los condones, que se expenden en farmacias –salvo, hasta hace poco, en las de algún carca moralista e intransigente, objeción de conciencia que ahora se está trasladando a la venta de la píldora postcoital- e incluso en máquinas ubicadas en los aseos de los bares; y a precios generalmente razonables.

Parece, lo confirman numerosos estudios, que queda mucho por hacer en materia de educación sexual y que, pese a la abundante información que circula por todos lados, los niveles de formación siguen siendo deficientes. De ahí las elevadas cifras de embarazos de adolescentes (una parte de ellos deseados, asunto en el que Canarias se lleva la palma) y el no menos preocupante repunte de enfermedades de transmisión sexual. Por lo que habrá que seguir trabajando desde la escuela, la familia, los medios de comunicación y el conjunto de la sociedad para que nuestros chicos y chicas estén mejor formados y puedan vivir una sexualidad consciente y responsable, sana y con menos riesgos. Pasándoselo, de verdad, pipa, pero no como la voluntariosa, a la par que infortunada, pareja de Bilbao.

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